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Bermeo medieval

 

 
 
 
 
 
SIGLO IX

La referencia más antigua a Bermeo data de 1051. En este año Lope Iñiguez y su mujer doña Toda dieron al obispo de Alava, Don García, el cenobio de Santa María de Izpea, en Busturia. El obispo García, a su vez dotó a este cenobio con las tercias de varios lugares, entre los cuales figuraba el de Bermeo. Confirmó la donación el rey García de Navarra. Una adición posterior, de 1096, nos revela que tres años después de la muerte del conde Lope, que sucedió a Iñigo Lopes, el obispo Pedro cogió por la fuerza las tierras que el donante había entregado al cenobio.

La siguiente noticia de Bermeo es de 1053. Se trata también de una donación de Iñigo Lopez y de doña Toda al monasterio de San Juan de la Peña. Entre otras tierras, dan los condes a este monasterio las heredades que tienen en Bermeo.

Veinticinco años más tarde, en 1082, Lope Iñiguez da a San Millan el monasterio de San Vicente de Ugarte, en Múgica, con sus decanías, y la iglesia de San Miguel Arcángel en el puerto de Bermeo. Es la referencia más antigua que hay del puerto de Bermeo.

En 1093 la condesa Tecla da a San Millán la iglesia monasterial de Alboniga.

 

 
 
 
 
 
 
SIGLO XIII

En el siglo XII no hay ninguna noticia que tenga que ver con Bermeo, y no es hasta ya entrado el siglo XIII, cuando se dio a la población la carta de villazgo.

Durante mucho tiempo los condes de Vizcaya se habían resistido a dar fueros a las poblaciones del país puesto que les privaban de algunos beneficios, pero en el siglo XIII empezaron a ver las cosas de una forma diferente y comenzaron a darlos. En el caso de Bermeo no se sabe en qué fecha se dio. En la confirmación de 1285 se habla de Lope Díaz II y de su mujer doña Urraca como de los pobladores de la villa. De eso se deduce que el fuero se tuvo que dar en alguno de los años que van de 1218, en que se celebró el matrimonio de éstos , a 1236 ó 39, en que murió Cabeza Brava.

En su sustancia el fuero de Bermeo no es más que un remedo del de Logroño de 1095, con algunas pequeñas variaciones. En el fuero se fija la extensión del término de la población por los tres mojones de Menigo, Morteruza y Uriachiti, todo lo que hay entre los mismos pertenecerá a Bermeo. En 1285 hay un ensanchamiento del mismo y en 1366 el conde don Tello los amplía.

En el siglo XIII Bermeo llegó a tener una vida comercial muy activa. El ensanchamiento del reino de Castilla, el surgimiento de núcleos urbanos de importancia y el desarrollo de las vías de comunicación debieron influir no poco en el avivamiento de su vocación comercial. Esas mismas circunstancias influyeron también al mismo tiempo en el incremento de la pesca, que tendría que satisfacer en adelante la demanda de un mercado interior más amplio y codicioso, y mejor comunicado con la costa.

Los comerciantes bermeanos actuarían seguramente como meros transportistas. Llegarían hasta Flandes e Inglaterra, llevando las lanas de Castilla o los vinos de Gascuña.

A fines de siglo, cuando se constituyó la Hermandad de la Marina, Bermeo fue una de las ocho villas hermanadas. Todas estas villas eran puertos de mar, fuera de Vitoria, que sin embargo estaba también interesada en la salida de los productos de la meseta al mar.

El motivo que originó la Hermandad de 1296 fue el intento, realizado por los tutores de la minoría de Fernando IV, de gravar con un diezmo la importación y exportación de mercancías. Las villas, que ya antes habían logrado frustrar un intento igual de Alfonso X, se comprometieron a interrumpir sus relaciones comerciales con el interior hasta que el hecho fuera anulado. 

Los mercaderes de la marina estaban por entonces en relaciones de buena amistad con los portugueses –a pesar de que el rey Don Dionis hacía la guerra a Fernando IV- y también con el rey de Francia. Una de las condiciones a que se comprometieron las villas hermanadas fue la de no llevar ni por tierra ni por mar mercadería alguna ni a Bayona ni a Inglaterra ni a Flandes mientras durase la guerra que hacían éstos contra el rey de Francia.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
SIGLO XIV

Para 1353 la Hermandad de la Marina se había fraccionado, pero  las cinco villas de la costa de Vizcaya –Bermeo, Plencia, Bilbao, Lekeitio y Ondarroa  llegaron a un acuerdo con Bayona.

Para esta época de mediados del siglo XIV Bermeo había alcanzado ya su edad madura. Llevaba un siglo de vida y en ella no se notaban todavía los síntomas de la decadencia. Sin embargo junto a ella comenzaba ya a crecer la pujanza rival de la villa de Bilbao.

El cultivo del campo y la explotación del mar serían sin duda las actividades primarias de la población. Sobre el tipo de agricultura que allí se practicaba hay una reseña en 1334, cuando Alfonso XI –en guerra con el conde don Juan Núñez- se llegó con sus huestes a la villa, y los vecinos de ésta le pidieron que no dejara que sus gentes hicieran daños en los parrales, panes y manzanales que tenían. En cuanto a las actividades pesqueras bastará con recordar que fue en el año 1353 cuando se recopilaron las famosas ordenanzas de la cofradía de San Pedro.

Bermeo tenía entonces dos puertos: uno mayor y otro menor, que se podía cerrar con una cadena. Los dos servían indistintamente para los barcos pesqueros y las naves de carga. Había también una ensenada donde podían reposar las embarcaciones, y fuera, aunque no muy lejos, otros dos fondeaderos –los de Arcaeta y Portuondo- que eran poco frecuentados. En 1296 Lope Díaz de Haro había mandado que se quitasen del puerto cinco cabañas que allí había y que las pusiesen en el ejido de la villa. Estas cabañas serían seguramente algunas casuchas en las que vivirían gentes relacionadas con las faenas de la pesca.

Había dos caminos importantes que comunicaban a Bermeo con el interior: uno que por Mungia y Etxebarri iba a Orduña, y de allí a Burgos por Pancorbo, y otro que por Guernica llegaba a Durango, y de aquí seguía a Vitoria. En 1289 Sancho IV había liberado a los bermeanos de portazgos en Vitoria y en Orduña. Un tercer camino, menos transitado, unía Bermeo con Portugalete.

La construcción de las murallas data también de esta época. En junio de 1334, mientras cercaba a Gaztelugatxe, Alfonso XI dio un albalá para que de la prebostad de la villa se dieran anualmente al concejo, durante cinco años, dos mil maravedíes para la fábrica de los muros. Más tarde, en noviembre de 1353, el conde don Tello regaló para esta obra las piedras del alcázar que los señores de Vizcaya tenían en la villa.

En aquellos días se fundó también en Bermeo el convento de San Francisco, por iniciativa del mismo don Tello y de su mujer doña Juana.

De la construcción naval en Bermeo hay una referencia en 1402, en los conciertos de treguas con los portugueses a los que concurrieron mandatarios de Bilbao, Bermeo y San Sebastián, y se nombra a estos lugares como a los más destacados en la construcción de naves castellanas. En cuanto a las ferrerías, es evidente que se tendrían que alimentar con mineral de hierro traído de fuera, ya que en la comarca no hay hierro. La zona abastecedora sería seguramente la que se extiende desde Galdácano hasta los confines de Cantabria.

Las casas de la villa se concentraban en una cuesta, orientada al mediodía, que bajaba hasta el puerto mayor. La estructura urbana debió de ser muy parecida a la actual del casco viejo. Las calles longitudinales –que corrían, como ahora, de este a oeste- estaban cortadas también entonces por otras transversales que bajaban de norte a sur. La muralla rodeaba a la población por todas partes menos por el este, que daba al mar. En ella había siete puertas : la de las ferrerías y la de Burgos –que se abrían en el lienzo meridional- y las que se llamaban –al menos más tarde- de San Juan, de la Baca, de Santa Bárbara, de Nuestra Señora de los Remedios y de San Miguel.

Los reyes de Castilla y los condes de Vizcaya favorecieron a Bermeo con una gran cantidad de privilegios que tenían la finalidad de estimular el tráfico comercial, así por ejemplo 

*en 1277 Alfonso X  dispuso que ningún vecino de Bermeo pagase portazgos más que en Sevilla, Toledo y Murcia.

*en 1282 el infante don Sancho ordenó que se dejara salar a los de Bermeo en los puertos de Galicia y Asturias

*en 1285 Sancho IV ordenó que los de Castro, Laredo, y Santoña no obligaran a los bermeanos a pagar portazgos ni treintazgos.

*en 1301 el conde Diego López permitía a los de Bermeo hacer todos los sábados mercado franco en el cementerio de Santa María, en la Atalaya.

*en 1318 doña María Díaz extendió este privilegio de exención de portazgos a los pasos de Puente Lara y Santa Gadea, y en 1341 don Juan Núñez al de Briviesca.

*en 1358 el rey Pedro hizo a los vecinos de la villa la gracia de que pudieran proveerse de cualquier clase de mantenimientos sin pagar diezmos.

*en 1363 el rey Enrique les concedió el privilegio de que no pagasen diezmos en las marinas etc.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En 1369 sabemos que Bermeo seguía teniendo relaciones comerciales con puertos ingleses, En este año el Margaret, de Plymouth, fue capturado por los partidarios de don Enrique cuando navegaban rumbo a la villa vizcaína.

Lo que interesaba más que nada a los vascos en aquel momento era asegurar algunos puntos de apoyo para consolidar la ruta del canal. En abril de 1372 los procuradores de las cinco villas de la costa vizcaína acordaron negociar con el duque Juan de Bretaña un tratado que les abriera el acceso a las costas de su tierra.

En junio de 1372 La Rochela, que durante diez años había estado en manos inglesas, volvió a las manos del rey de Francia. De esta ruta de Bermeo a La Rochela hace referencia el canciller Ayala, en su “Libro de la caza de aves”. También hace referencia a la ruta en su obra “Crónica de Enrique II” donde cuenta que en tres naves armadas embarcaron con rumbo a la Rochela los delegados que el rey de Castilla mandó a las treguas de Brujas, que se hicieron en junio de 1375. En el camino se encontraron con dos barcos procedentes de Burdeos, en los que iba el señor de Lasparre. Hubo lucha y los españoles cogieron las naves enemigas, que fueron traidas a Bermeo con una escolta mientras que el resto de la expedición seguía su viaje.

 La batalla de Roosebecke –en noviembre de 1382- aseguró el monopolio de las lanas castellanas en Flandes. Por la ruta de Flandes circulaban en abundancia, aparte de la lana, hierro, vino, cera, almendras, cordobanes, pieles, cochinilla, comino, mercurio, aceite, anís, uva y miel. Las comunicaciones con el puerto de Brujas eran de una gran regularidad.

Al mismo tiempo, las relaciones con Inglaterra habían empeorado y los actos de piratería, por una y otra parte, habían llegado a hacerse cosa corriente.

En la primavera de 1384 la coca Santa María, de Bermeo, naufragó en las costas británicas y el conde de Devon, Eduardo de Courtenay, se apoderó de su carga. Se le castigó por esta rapiña.

En 1384 ó 85 los ingleses se apoderaron de una nave de Santander, La Santiago. En represalia, dos balleneros de Bermeo, en unión de un barco flamenco de Tillemond, asaltaron al Margaret, que llevaba un rico cargamento de Burdeos a Inglaterra. El 28 de mayo de 1385 el gobierno británico dio orden de confiscar todos los bienes de los mercaderes castellanos.

En el mismo año, un barco inglés que había salido de Lisboa –el Magdalena- fue cogido por el Santa María de Bermeo.. los comerciantes perjudicados presentaron queja a Ricardo II el 14 de noviembre.

El tratado de Bayona, de julio de 1388, y el de Leullingham, de junio del año siguiente, mejoraron para bastante tiempo las relaciones con Inglaterra, pero con la llegada al trono de la casa de Lancaster, en 1399, la piratería volvió a recrudecerse con más brío que antes. El 16 de enero y el 15 de abril de 1405 el rey de Inglaterra ordenó la devolución de varios barcos que habían caido en manos de los corsarios. Entre estos barcos había tres que eran de Bermeo: el San Juan, con carga diversa, el Santa Catalina con vino, y otro San Juan , con ochenta toneladas de hierro.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
SIGLO XV

En 1410 se llegó a una nueva regulación de las relaciones marítimas entre Castilla e Inglaterra.

En 1419 volvió a haber guerra abierta entre Castilla e Inglaterra.

La paz con los ingleses se volvió a firmar en noviembre de 1430, pero esta paz no fue suficiente para acabar con la piratería y así en 1443 el San Antonio, de Bermeo fue asaltado y llevado a Dwelling. Cuatro años después corrían la misma suerte el Juan, de Bermeo, y el Cristóbal de Laredo.

 

Pero volviendo a la villa, para mediados del siglo XV Bermeo había empezado a decaer, debido sobre todo a la importancia creciente de Bilbao y a las guerras que había entre los banderizos.

En la villa había habido antes dos linajes importantes: los de Asoaga y Apioza. Andando el tiempo el de Asoaga se partió en tres: Almenduru, Arilza y Arostegui. Los de Arilza, con el favor de los condes, gozaron durante muchos años de una situación de privilegio. Más tarde los cuatro linajes se pusieron de acuerdo y se repartieron el gobierno del municipio.

En 1427 hubo lucha entre Furtud Sánchez de Olavarrieta y Juan Ortiz de Arescurenaga. Los dos eran parientes, del mismo linaje; pero no estaban de acuerdo. El de Arescuenaga pidió ayuda a los de Butrón y el de Olavarrieta a los de Arteaga. La víctima más notable de la contienda fue el corregidor Juan Martinez de Burgos, que quiso poner paz entre los banderizos, pero le hirieron primero desde la torre de Arescurenaga y le mataron más tarde en la junta de Arbildo.

La intervención de Butrones y Arteagas en los negocios de la villa culminó en 1446. En este año entraron en Bermeo los de Abendaño y Arteaga y, después de dos días de pelea, consiguieron dominar la situación con ayuda de los Aróstegui. Su triunfo, sin embargo, fue efímero: al día siguiente se presentaron en la villa los de Butrón y no hubo más remedio que dejarles el sitio libre a toda prisa. Los de Butrón hicieron muchos prisioneros y quemaron varias torres enemigas en las comarcas vecinas. Mientras tanto, los fugitivos se apoderaron de Guernica y echaron al suelo una casa que allí tenían los de Butrón.

En los años siguientes los banderizos siguieron sus andanzas por Vizcaya hasta el punto de hacer de la rapiña su ocupación favorita. Las villas pidieron ayuda al rey y éste envió al conde de Haro a poner orden, pero el de Haro logró atraerse la aversión de los vizcaínos, bien porque se vio que lo que de verdad quería era apoderarse de la tierra, y tal vez también porque llevaba la misión de vencer la resistencia que los vascos hacían al proyecto de casar a la infanta doña Juana con el duque de Guinea, el hecho es que el que desbarató los proyectos del de Haro fue el conde de Treviño. Entró en tratos con los caudillos de los dos bandos vizcaínos y consiguió poner paz entre ellos. Les persuadió a que hicieran frente con sus hombres a las tropas que traía el virrey. Los banderizos entendieron pronto su punto de vista y se prestaron –por lo que a ellos les tocaba- a entrar en el juego. Juntaron sus fuerzas cerca de Munguía y salieron al  paso de los castellanos, cuando éstos marchaban, seguramente, camino de Bermeo. Los invasores fueron desbaratados y tuvieron que dejar el campo después de haber perdido más de mil hombres. El de Haro consiguió escapar con vida a duras penas, ayudado por algunos que conocían la tierra y le metieron en el monte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este episodio no significó, sin embargo, el fin de los desórdenes provocados por los banderizos. Fue en la década siguiente cuando la enérgica actuación del licenciado Garci López de Chinchilla, comisionado por los reyes de Castilla, logró frenar las actividades de los alborotadores.

Por entonces Bermeo seguía comerciando por las rutas habituales pero con un vigor decreciente.

La decadencia de la villa había empezado con el auge de Bilbao que se debería seguramente a su situación privilegiada en la confluencia de los ríos Ibaizabal, Nervión y Cadagua, a la vera de los cuales corrían los caminos de Vitoria, Orduña y Balmaseda. También la proximidad de los yacimientos de hierro debió pesar lo suyo en el desarrollo de Bilbao. Durante el siglo XIV su población aumentó constantemente, con un ritmo muy vivo. En el XV el progreso se aceleró. Bilbao recogió en esta época un fuerte contingente de inmigrantes. Los individuos más emprendedores de las otras villas se apresuraron a establecerse en el nuevo núcleo comercial, muy protegido por los señores de Vizcaya y estrechamente relacionado con los mercaderes de Burgos. Bermeo debió ser la que más perdió con esto.

La despoblación de Bermeo sería seguramente el motivo de que en 1470 el rey Enrique hiciese a la villa la merced de disminuir en la mitad el pedido con que contribuía anualmente a la tesorería del condado. En 1488 la población de Bermeo era de unos dos mil quinientos habitante y había llegado a contar años atrás con unos trece mil quinientos.

En 1638 Rodrigo Menéndez de Silva no contaría en Bermeo más que trescientos vecinos.

 

(Texto recopilado de la revista Bermeo Nº 5, (1985). Artículo “Bermeo Medieval” de Ignacio Arocena)

 

 

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